Acabamos de ver una final de fútbol y es curioso. A mi amigo y a mí no nos gusta el fútbol, pero, aveces, levemos y decimos que nos gusta por el qué dirán.
Los partidos son romances en que animales zoológicos se disputan un balón como en la antigüedad se ve en bestiarios antiguos cómo dan patadas a las piedras, Los campos pintados de verde abrevan en las fiestas de la miseria del espectáculo.
Falsas alegorías pseudomorales y religiosas animan la burla sistemática del dios balón, como en la antigüedad hebrea se hacía con el Becerro de Oro.
La pierna asegurada del jugador es el cuerno maravilloso del unicornio, de modo que las madres a quienes les gusta el fútbol sueñan con dar a sus hijos, en vez de leche materna, aires de balón.
El espectáculo se nos ofrece en clave risible, aunque la pasta se mueva en retahíla y los forofos se desempeñen por las comparaciones que hacen de uno y otro equipo,
- El fútbol, le digo yo a mi amigo, se nos ofrece para que divierta la ociosidad de los jóvenes principalmente, y no se dediquen a otra cosa, como la protesta.
- Pues amí, si te digo laverdad, lo que más me gusta del fútbol es ver cómoescupen los jugadores, advirtiendo, en el juego de sus gargajos, el nombre o los nombres de algún destinatario, me replica el amigo.
- Los animales en el fútbol, rostros y máscaras, sería un buen título para un sermón futbolero, le termino yo diciendo.
Él me dice :
- A ver, tú que eres tan listo : ¿Quién roba en España los balones ?
- UmnUmn, arrugo yo el morro. Él mismo me responde :
- Los ladrones.