Estoy apoyado en una pileta de agua bendita que está en la casa pueblerina donde un conocido mío, en un pueblo de la serranía de Cuenca, trabaja como mozo y criado de labranza de un lugareño rico, que no ricachón, como él se piensa, que sólo tiene amigos en el bolsillo, pero en el pueblo no le puede ver nadie. Su novia es una nodriza que tiene un culo como un mortero, pero que, para él, comodice, es "pan de azúcar refinada". Para mí, es portada de los antiguos templos egipcios.
Mi conocido es flaco, extenuado y macilento. Es un pilongo, que se coge unas castañas de órdago la grande. No sé cómo su novia nole ha mandado a adonde se fue el padre Padilla, a hacer puñetas. Pero trabaja bien, y el lugareño está contento con él, pues según bien dice "le saca hasta el jugo, y le controla sus tarjetas bancarias y libretas". Para mí, es bobo de baba.
Le han regalado un Papagayo a quien él llama Frijol, pues parece una judía de gran tamaño. Le tiene junto a la piltra, en su aposento. Me cuenta que se le regaló un marinero que se le encontró en el golfo de México, y se lo trajo para España envuelto en un lienzo como sabanilla, parecida con la que envuelven a los niños de teta. El papagayo es muy parlero pero sabe poco denada "como el señor cura, que se dice pastor de miserias y consigue hacer de ellas su mejor fortuna", como me dice riendo.
- Pero este papagayo es la hostia, tú, me dice. El otro día, mi futura suegra, que nos vino a ver, se dislocó un tobillo y tuvimos que ponerla encima de mi cama hasta que llegó el médico, que la ordenó reposo, además de recetarle Paracetamol. Ella, que es muy beatorra, apagavelas y que huele a cirio y chinches de sacristía, por los miedos que tiene a los males, llamó al señor cura para que le diera confesión y comunión al mismo tiempo. Nada más traspasar el cura la puerta del dormitorio, el papagayo empezó a cantar : "Pedófilo, Pedófilo". Él se quedó un poco atónito, nos hizo salir a mi novia y a mí del dormitorio"junto con el pajarraco ése", como exclamó, quedándose a solas con la mujer.
Estando así, cierto pájaro salió de la techumbre de una cuadra que está justo al lado del aposento, que resultó ser, según mi conocido, un panugo, especie de murciélago. Elpapagayo revoloteó asustado, como Pantoja de la Cruz al retratar a doña María, mujer de Maximiliano II, disminuyendo el brillo o transparencia de sus plumas, diciendo palabras con un pico de trapo. No obstante, algunas palabras si se dejaron entender. Mi conocido dice que estas las cantó muy bien : "Murciélagos lucen en palacio, que no hijosdalgo", refiriéndose a su señor, claro ; y, al salir el cura del aposento : "Pedó filo, cagüen di o ; que te den por el pí loro", cayéndosele una pluma de la segunda ala.
A continuación, puso dos huevos.