Papá le había dicho a mamá :

- Rubita de mis ojos, me quemas y me abrasas ; estas buena en buena fe.

Y él, como un procreador nato, como un Burro de dios, le hizo nueve hijos, ocho hembras y un varón, más unos cuantos abortos que no tuvo más remedio que meterles en el saco del olvido.

Poner nuestra cabecita en su seno caliente era una delicia.

Mamá iba a espigar a la luz de las estrellas, y hacía unos panes que sabían a cielo.

De un huevo hacía once tortillas, y pelaba el gallo de corral como ninguna.

Cuando veía venir a papá, siempre decía :

- Ahí llega el Burro delante de la albarda.