En el Valle del Tiétar, en la comarca de Arenas de san Pedro, al sur de la Sierra de Gredos, en la provincia de Ávila, hay un gran corral vallado de toros de lidia ; y, en una de sus vallas, un letrero que advierte del escarmiento que pueden sufrir quienes se atrevan a saltar la tapia, y marear a los toros.
Dice : "Nunca más saltéis la tapia y citéis a los toros. Ateneos a las consecuencias".
- ¡Eh, toro, toro¡ Me acuerdo un día que subimos, mi amigo y yo, auna delas tapias,y vimos aun toro a semejanza de una vaca, al que le habían colocado un cartelito con el nombre de "Bravío" ; el cual se vino hacia nosotros y comenzó a lamer una calavera, que estaba en el suelo verde junto a la tapia.
Era la calavera de un hombre rico ganadero, como dijo mi amigo, de reses bravas, que se casó con lahija de un noble pobre, un político venido a menos, quien la hizo sufrir mucho y la dejó sin hacienda por jugarse las hijuelas en puteríos y juegos.
Casi todos los días, al atardecer, veníamos a verle, yle traíamos mendrugosdepan untados con sesos guisados de cordero, que le encantaban ; que así lo notábamos en sus ojos cuando nos miraba y decía "Mu".
Ojos, que las más de las veces estaban llorosos ; sobre todo, cuando él nos hablaba del mal de las corridas de toros.
— Oh, qué gran mal el torear, marear nuestras cabezas y echara matar.
Nosotros le hemos enseñadoa hablar. Él anda suelto y doméstico, que, por eso, el nuevo ganadero sale al campo conuna escopeta con ganas de espantar y escarmentar a los pillos que vienen a saltar la tapia y a los toros torear.
Cuentan en Arenas de san Pedro, que este individuo, Mateo, una vez cogió una redada de críos ; les daba collejas y les torcía las cabezasechándolas en un costal ; y salía por la noche, con el saco, a espantar a las gentes del pueblo, que advertían :
- Mirad, ahí viene el hombre del saco. Guardad a vuestros hijos y decidle al pasar :
- Señor, en esta casa no hay críos.