CLAMORES

A Amalia Radaelli

Clamores, voces ocultas, temblores subterráneos.
Fiebres, ecos extraños, raíces secretas,
sellos que se abren y cierran, puertas o enigmas
que dan a laberintos sin salida, señales sin
descifrar, oraciones que brotan de túneles o
lagos donde se oculta el otro, el niño muerto
antes de nacer, el que pudo haber sido hermosamente,
hoy para siempre ausente. ¿Ángeles desterrados,
cabelleras de fuego, en qué edad sucede el pánico
de la clausura, de las sombras fugaces y fantasmas
errantes ? Brujo, atiende el sonido del viento
y ausculta el pálido color del sacrificado
por las lunas de las melancolías, escucha espectro
los lamentos del agua y el rumor de lo no nacido
aún, brotar de los terrores nocturnos. Ciegos los
ojos, atiende el relincho nervioso y mira
este amanecer naciéndose en mi corazón y en la
clausura de mi sexo. Herido está y en las márgenes
el niño hermoso aún y muerto, contemplando el
negro duelo del corazón, la seca sangre que fue
colmada antaño por los dones del canto donde
florecían geranios dentro del corazón. Súbitamente
aquel verano tomó forma en el poema y vació
las márgenes, los vocablos heridos por atroces
venablos. Bruja atiende ahora que profanado está
el que fue, el otro, los clamores nocturnos. Gélido
y en exilio clama por voz mi corazón.