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Article publié le 12 avril 2009. oOo BEIRON O LA REDENCIÓN poema de Oscar Portela El corazón infiel tiembla al nombrarte. Tu nombre Es viento huracanado y tiesa el alma del mortal Sin lengua cantar no puede ni nombrarte Beiron frente al templo de Apolo. Porque tú eres más. Y ni enigmas ni pitias Que descifren misterios -admoniciones ni destinos. Pues tú eres mundo. Visible eres y no destruye tu belleza A quien la mira. Tú lo redimes. Tú lo redimes todo. Tu intocada hermosura De volcán redime al mundo De sus propias miserias. Yo soy penuria y al mirarte Revoco toda culpa y toda miseria. De mi aciago camino. Imposible que cornucopia alguna Se vacíe de la abundancia que De tu cuerpo surge. Tu belleza es lo pleno. El mundo en su inocencia es el juego y la danza De los contrarios que hacen del devenir un ephos. Cada músculo tuyo cincelado para envidia de Zeus Y el de sus hijos por invisibles manos Trazan el mapa de la locura extática. No hay simetría que se asemeje tanto A la tensión del arco ni hermosura Que hiera dulcemente la mano Que se atreva a tocarte. Pero tú estás ahí. No eres eternidad ni mito. Eres verdad y la verdad augusta Que engalana este mudo. Los músculos que suben o que bajan desde Los pies hasta la frente están hechos de polvo Y agua más son eterno ya. No hay excesos en la armonía con que ciñes El cetro que corona tu frente. Todo es ritmo que fluye de los arcos con Que trazaron tu osatura. La perfección de un rostro de Donde surgen en profusión los rasgos De un Dios terreno. Los ojos amielados debajo de los arcos perfectos De negras cejas. Y los labios dinteles Para entrar a la nave de la boca mistérica De donde surgen flores y serpientes. Y entrambos la nariz que mide el rostro Y lo que distribuye todo. Los pómulos que encetán la mirada y bajan hasta El mentón corona del maxilar que afirma. Aquí estoy yo. Soy Beiron. Podéis mirarme si y desearme siempre Pues mi nombre es deseo y mi mirada gozo. Que los poetas tiemblen al nombrarme. Que enmudezcan y callen. ¿Quien puede describir mi torso donde La geometría sufre el envés del misterio ? Mis caderas perfectas. Mis muslos y mis piernas talladas Para burla del Dios por enigma del sino ? Sobre mis hombros llevo la palidez del mito. Soy Beiron. Soy el Dios de este tiempo Sin mirtos ni guirnaldas. Sin poetas ni liras. No existe alguno digno de mí. De mi belleza ígnea. Soy un volcan en estado de alerta. Más toda abundancia surge de mí Y es infinita mi belleza aunque efímera Transformará en eterna la sustancia del tiempo. El color de mi piel es el color del alma De quien me ame y me cante en silencio. No existen escribas para mí que honren mi belleza Y se lauden de mí en medio del desierto. Yo convivo si destruir las formas Ni las almas terrenas. Esta es mi casa pero soy en los tiempos de penuria El rubí que en la frente de la ciudad caída Enciende el fuego de la heredad perdida. Soy Beiron Anderson. Amadme pues. Que si me amáis redimo. BEIRON ANDERSSON Y EL POETA poema de Oscar Portela No se ha borrada nada. De mi alma desesperada por la huída del Dios cuyo alimento fue el verbo proferido hace momentos. Por eso vuelvo. Así fue y así me quiero. Retorno a ti mi Dios. Retorno a mi alma. Retorno a la perdida Itaca y luz de Egeo del cual nació la piel de lino donde escribo la gesta desta aurora que hoy despierta. En ti se funden todos los deseos. Naciste del espanto que es belleza. La belleza que enciende y enceniza. O enceguece al arúspice que ruega. ¡Oh tú mi Lucumón donde los pájaros trinan sobre el follaje de tu pelo !. El canto ya perdido hace segundos volverá en pesadillas a los sueños. Yo soy augur y auriga a un mismo tiempo. Y tú la epifanía del profeta Que esperaba hace tiempo este momento. ¿Que importan ya las tempestades y demonios ? Tú eres el Dios y yo la lira que gime entre tus dedos. La ajorca en tus tobillos. La corona de mirto en tu cabeza. Los elementos todos. Todas las armonías cósmicas que elevas a nuevas sinfonías y latencias tienen un nombre Beiron. Tú eres el mar y yo solo marea. Tu eres la tempestad yo solo un viento o una brisa que pasa y se dispersa y este canto inaudible de lo orféico como ofrenda. La alborada en tus ojos resplandece. Es lo abierto donde se encuentran solos el poeta y su Dios cuando bendicen lo áureo del poniente. Baldía fue esta tierra y tú regaste el labradío cuando el poeta sacrificó los verbos, las imágenes. y la lengua truncada de los nombres con que intenta alabarte sin hacerlo. Si pudiera volber a la memoria que tú llevas. Pero la muerte de la grafía teme al Dios que canto y borra ya estas huellas. ¡Mas no importa el vacío de la nada del aquel papiro Que expiró en un templo porque el templo eres tú quien renacido vuelves a toda primavera lo celeste !. Ha llegado el momento deseado. Ya no habrá ciegos que no vean ni videntes que no queden ciegos ante la aurea visión de lo terreno. Encarnado y sangral como un poema te revelas al alma peregrina . Y tú le das posada y lo bendices como bendices todo lo que tocas con la densa hermosura de tu cuerpo. Posado estás ahora como el pájaro que canta sobre una rama ardida en el invierno. Pues tu todo lo puedes. ¡Ahora mísmo puedes un poema ! Tú lejano y cercano. Tú infinito. Y yo mortal que oficia los augurios de otras primaveras. Ya llevarás orlada una corona sobre la augusta y soberana frente emergida de la negra melena con que asientes a todo. Y bendices lo frágil y deyecto. La vuelta eterna es tu camino cierto. Por el sendero que transitas todo como la mar y la marean vuelven. ¿Como santificaste hoy denudo siempre el alfabeto del amante mortal augur ciego y poeta ? ¿Y al poema perdidoentre el follaje de tus labios de almendro ? ¿Porqué floreces hoy ? ¿Por qué acaeces ? ¿Que medidas de tiempo cuantifican tus espacios y tiempos ? ¿Porque la roza sin porque florece ? Así floreces Beiron. Y en estos tiempos tórridos tú marcas la anunciación de un infinito nuevo. El silicio que crece será cuna de otra estrella fugas que alumbre un poema. Pues Beiron Andersson todo lo redime. Y esta es la profecía de un vidente. |
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