Mi tío es trovadoresco, y su estilo poético y literario le tiene en su picha, como dicen las vecinas del barrio. Él dice que su picha es para ser cantada en metro ; así, siguiendo su método, estilo o consonancia, parifica una historia de amor o una Raja.
 Aunque, a decir verdad, a él le gusta, y mucho, que la trova o prueba se la hagan con la lengua de Tolosa, que es la mujer niña que halló guardando cabras y le dio a él esa su cosa de diverso sentido, como aquella niña mujer a Antonio Machado, en Soria.
 Tolosa, su niña mujer, tenía un Chichi a la sazón, que a él le parecía el mediodía de Francia y Cataluña. Y él, cual juglar ambulante de pacotilla, andaba por los caminos, lugares solitarios y castillos derruidos, como pedófilo de clerecía, haciéndose pajas, cantando canciones de amor y de guerra.
 Cuentan que, muy rústico él y muy cultivado en el analfabetismo, como nuestros políticos, se venía a los pinares de Chañe, Navalmanzano y Pinarnegrillo y, entre pinares piñoneros, metía su picha en el suelo, y se corría, como cuentan que hicieran Federico Barbarroja, Fadrique de Sicilia y Ricardo Corazón de León, por los montes de Aragón.
 Pero bueno, a lo que vamos : El tío Gordinflas se sentía hijo de Gargantua y Pantagruel. A él le interesaba más llenar la andorga, el buche, que cantar cosas de guerra y amor con la picha ; distinguiéndose por antonomasia y conociéndosele como el "Romancesco don Tonel". ¡Hasta tal punto y volumen había llegado¡
 Cuentan que un día, recitando, y tragando al mismo tiempo trampaculos, bayas del rosal silvestre, los poemas del Cid y de Alejandro, sentado sobre un poyete castellano, empezó a inflarse de tal modo que se sintió como Troya, su vientre tumultuoso y desordenado. "¡Y que no podía cagar ; me cago en la hostia¡", exclamó.
 Así que, gritando "¡Arda Troya"¡ le tuvimos que llevar de urgencia al Hospital Gómez Ulla, en Madrid. Aquí, no podían controlar su hinchazón ventral. Tirios y troyanos de la medicina no podían controlar tanta hinchazón, ni con pastillas, ni con inyecciones, pensando si rajarle el vientre de arriba abajo, a pesar de los inconvenientes y peligros que pudiera ofrecer tal opción, o las consecuencias que de ello pudieran derivarse.
 Pero, el tío Gordinflas, no les dio su tiempo. Tal era su hinchazón que llegó al techo de la habitación donde se encontraba, y, ahí, al tocar el techo, rompió, se hizo pedazos, dividiendo el techo y su vientre en trozos o pedazos como se ve en las explosiones y muertes de Siria o en las mezquitas sufíes, después de los atentados.
 Sobre el lecho, sólo quedó su columna vertebral, una columna parecida a la de san Felipe o de Santiago, elevándose sobre ella una picha en tirabuzón como la del cerdo, que la empujaban hacia arriba dos bolaspropias, que las impulsaban con tacos las enfermeras.
 Un celador, como un trastornado por lo visto, iba diciendo por los pasillos : "Cruel, atroz, tremendo".