- Tú, hijo, es que estás así de pirado, le dice la abuela a su nieto. Te crees que puedes vivir con esa ilusión de "Culo veo, Culo quiero". Los sueños nunca se cumplen. Los sueños no son más que una pesadilla tetrapléjica del espíritu, a ver si te entra en la cabeza.

- Pero abuela.

- No hay pero que valga. Los peros no maduran. A ver qué te crees tú que tu abuelo, que siempre estaba dispuesto a montar, no le he mandado yo más de mil veces a que se lo montara con la Burra, o con la cabra ; además de que siempre fue despreciado por las hembras.
Él iba chuleándose por todos los corrales, todas las cuadras, cual gallito, pero que si no es por mí, todavía estaría bailando con la más fea y puerca del pueblo en las fiestas populares, y eso que nos invitaba a todas amontar con él ensu caballo.
¡Qué asco¡ decíamos todas, dándole la espalda. "Qué asco", porque quien quisiera ver lo que hacía al atardecer, a la puesta del sol, no tenía más que acercarse al monte y verle, cara al sol, haciéndose un pajón, devolviendo a la tierra la rima de amor que no encontraba.

- Abuela, ¡qué me dices ?

- Sí, niño mío. Ven a mis pechos de seda ; reclínate sobre mi blusa de Holanda.

- ¡Abuela¡

- El "Culo veo, Culo quiero", sólo se lo pueden permitir los ricachones, los bandoleros del gobierno, los curas, y los caciques. La gente del común, los desgraciados, como tú y yo, sólo tenemos que contentarnos con uno, o acaso, si hay suerte, no más de dos. Aunque, métete en la mollera que con uno o una es suficiente, pues en conociendo un chisme o un pirulí de la Habana ya has conocido todos. Que el acto sexual es como un puñal de oro con el que los amantes se matan entre sí, dejando los cuerpos en el mismo monte abandonados.

- Pues yo abuela, no me voy a casar. Yo quiero que me rapte la hija del cura, que dicen que es santa y guapa y, al amparo de la noche, con la connivencia de su ama o criada, me lleve a una casa abandonada, y, en ese accidentado sitio, intente forzarmemaltratando mi cuerpo de niño buenecito hasta conseguir esa transformación de la que gustanrecrearse tanto, haciéndose pajas carnales y mentales, los escritores y poetas, como justo castigo por haber nacido en Lujuria asonantada en -aa.
 Apretándole la abuela contra su pecho, exclamó :

- Venga mi niño, con vocación de ermitaño del Culo, que te bordo este beso.