Acercándonos al Acueducto de Segovia
esta Ciudad fascinante
se nos aparece como una intensa lámpara
recordatoria por su audacia
y sus hechos heroicos.
Orientales de veinte lenguas
al pie del Azoguejo
con pequeñas flechas de estupor
rayan sus nombres
en lo prodigioso de sus piedras
admirados de la suma enorme de conocimiento
de los arquitectos romanos.
Yo le pregunto a un paleto segoviano :
- ¿Dónde se come mejor el judión ?
especie de judía, alubia grande y blanca.
El me responde :- Pues ahí
en ese rincón o mesón obscuro
debajo de la escalera que sube a la Ciudad.
Entramos. El mostrador de la barra
tiene la forma de un judión anchote
y sobre él dibujado un litoral
que parece del Asia Menor
desdeFocea hasta Mileto señalados
regado por los ríos Meandro y Hernio.
Del techo cuelga una judía grande
de forma y pintada como un loro.
La voy a tocar y me canta :
- ¡Jopo¡ Jopo¡ ¡Fuera de aquí¡
Riendo, nos vamos
sin haber hablado con el mesonero.