Todo era blanco y puro
la esfera de la vida regalaba destellos a su rostro,
el hombre,
y lo delgado de la historia
encuentro prematuro con sus ancestros,
la llama del fuego que todo lo consume,
viento sumiso de barro del pasado
donde una estrella levantó su vuelo,
ala penetrada de lluvia
y una voz alimentando el hambre
el tigre en el espejo.
Se dio el rocío y el trigo
escarcha y semilla,
hizo camino la sombra infantil,
llegó la armonía
y no de seres que flotan en el aire,
el párpado se cierra y vienen los colores.
Primero el rojo con sus plumas de selva
amanecer del día
donde el oído pegado a la tierra
siente la humedad de la vida,
después el amarillo de sol atardecer
el azul perdido en la luz de las estrellas
el verde en las hojas del árbol
que guardan su sueño
y el negro en el hoyo profundo
de la eternidad.
La brisa iba lenta como la memoria
la orilla del agua hunde las penas,
el dolor,
los abandonados dejan caer su última lágrima
como una espiga en medio de la noche.
Del libro : EL HOMBRE, HILO DELGADO DE LA HISTORIA (2015)
Un beso como un himno poético de Pushkin