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Desde Grecia. La poesía
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 Article publié le 13 mars 2022.

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DESDE GRECIA. LA POESÍA

 

LEO LAS CARTAS boca arriba de Odysseas Elytis, la sección final de prosas que cierra la Antología poética, que compré y leí muy joven (está fechada en junio del 82), en una edición a la que acompañan collages del propio poeta, una edición que resulta como muy mediterránea y sientes que a su poesía le va bien y me gusta mucho, y que alguna vez por ello regalé. Quería leer a Elytis, poemas y prosas. Pensé en empezar quizá por las prosas -y así lo he hecho. Compré un breve libro, Camino privado, y uno más completo y que vi contenía a éste, publicado por la UNAM en México con el título Seis ensayos. Recuerdo que me interesaron mucho. Pero empiezo y me dirijo a estas prosas de las Cartas boca arriba que leí en mi adolescencia. La luz, la poesía, Grecia. Y llego a la prosa última, que lleva el número XXX, y siento me habla especialmente, quizá por haber pensado y tener en el sentir últimamente el peso de lo que he escrito, la posibilidad, quiero decir, meramente la posibilidad -si es posible- de pesarlo, de su peso. Que no es posible y sobre todo no importa. En la poesía no importa. La poesía es libre y gratuita, y no puede medirse ni sentirse ni pensarse ni tenerse hacia ella según qué actitudes sí propias o aptas para las otras cosas. Pero no para ella, la poesía. Me lo dice a su manera esta prosa que lleva el número XXX de las Cartas boca arriba de Odysseas Elytis, que es breve y quiero -también por ello- transcribir. Así voy a hacerlo, no sin antes decir que esta prosa me anima a dar una vuelta ya por sus poemas, en vez de continuar con sus prosas. A las que ya volveré. Ésta es la prosa que cierra las Cartas boca arriba : “El poeta tiene que ser generoso. El no querer perder ni un momento de tu supuesto talento es como no querer perder ni una dracma de los intereses del pequeño capital que te ha sido dado. Pero la Poesía no es la Banca. Es la concepción que precisamente se opone a la Banca. Si llega a ser texto escrito, transmisible a los otros, tanto mejor. Si no, no importa. Aquello que tiene que llegar a ser y a ser ininterrumpidamente, interminablemente, sin el más mínimo receso, es el antiservilismo, la intransigencia, la independencia. La Poesía es la otra cara del Orgullo”.

 

LEO LOS POEMAS de Elytis en la Antología en la que por primera vez leí su poesía. Compré más libros con sus poemas -otra Antología, la de Alianza Editorial, y AxionEsti/Dignum Est en Plaza y Janés-, pero empiezo con los que se encuentran en este libro que siento más unido a mí, por ser gracias al que descubrí al poeta. A los dieciséis años. Recuerdo haberlo comprado en un puesto de la Feria del Libro, en el Paseo de Gracia, porque me llamó la atención. Feria que era entonces en junio, y así lo indica bajo mi nombre en el libro (Junio-82). Y lo leí y me deslumbró en verano. Poesía del verano, para el verano. Empiezo los poemas por el principio, tras haber leído sus finales prosas, con las que se cierra el libro. Pero este deseo de orden se desbarata y voy en busca de libros que contienen poemas que especialmente me importaron. Así El árbol de luz y la decimocuarta belleza, en el que está su poema final, “Regalo de plata un poema”, que me deslumbró y sentí muy cerca del corazón cuando lo leí por vez primera y me ha acompañado siempre. Por este título que es su último verso y también el primer verso con que empieza : Sé que todo esto no es nada y que la lengua que hablo no tiene alfabeto. Vi y sentí en esta sentencia una concepción profunda de lo que la poesía era y más aún a lo que tendía, lo que era el hacerla. Querer hacerla. El propósito de construcción que tras ella había, la intención con que se hacía. Lo que la sustentaba y tenía detrás. Esta sentencia lo decía, decía su verdad, y en ella su imposible. Así lo sentí, y que así y tanto me llamara lo muestra que pusiera este verso como epígrafe de un poema que escribí en mi adolescencia. Vi -pero lo vi años después, cuando lo leí- que también había empleado este verso de Elytis como epígrafe Blanca Andreu en su célebre primer libro. Algo que nos une. También el verso final que es a la vez el título del poema, este poema como pequeño regalo de plata, exactamente como lo dice, pequeño regalo de plata un poema. Leo el poema entero y además de principio y final tan recordados encuentro en él los tiempos de la pena y el exilio y la patria, las desgracias y los niños que juegan, y cómo en su juego han de decir a los otros una verdad, y se encuentran todos en su mano -estupenda, espléndida verdad- con un pequeño regalo de plata un poema. “El que descompone los elementos del poema para explicar su sentido no tiene ningún sentido”, recuerdo afirma Elytis en uno de los pensamientos en prosa que espero también encontrar y volver a leer, y me temo que casi esto he hecho. Me atrevo a poner casi, como un adversativo, porque lo he hecho con inocencia. Sabiendo que sólo el poema se dice a sí mismo, y de la manera en que se dice. No de otra -ni en cualquiera en que se refiera o explique. Me ha gustado volver a leer el poema, leerlo entero, encontrarme con él en su totalidad, además de con el principio y el final que tanto me han acompañado, y de ahí la tentación y el gusto de contarlo. Pero sé en ello su peligro. Por la conciencia de este peligro y lo que implica -que hagamos que se pierda el poema-, y por lo mucho que me ha gustado otra vez leerlo, quiero que pueda leerse tal en verdad es y lo escribió el poeta y por esto aquí lo transcribo :

 

REGALO DE PLATA UN POEMA

 

Sé que todo esto no es nada y que la lengua que hablo no tiene alfabeto

Desde el momento en que también el sol y las olas son una escritura silábica que la descifras sólo en los tiempos de la pena y el exilio

Y la patria un fresco de capas sucesivas francas o eslavas

------ que si se tercia y te pones a restablecerlo vas de inmediato a la cárcel y das motivo

A una multitud de ajenos Poderes a través del tuyo siempre

Como ocurre para las desgracias

Sin embargo imaginémonos en una erilla de viejos tiempos que puede ser incluso en un bloque de viviendas que niños jugamos y que el que pierda

Tiene de acuerdo con las reglas que decir a los otros una verdad y dársela

Cuando al final se encuentran todos en su mano con un pequeño

Regalo de plata un poema

 

“QUE REDUZCAS UN poema a su sentido esencial no tiene ningún sentido” es el aforismo de Elytis en su formulación exacta, tal como lo encuentro al leerlo en los “Señuelos para nadie” que se encuentran en este libro con sus ensayos. Voy a buscar entonces las palabras que dijo en Roma (“Breve réplica en el Aula Magna de la Universidad de Roma”), en las que me fijé y me llegaron muy dentro, y sentí muy cerca, al conocerlas, por el principio de la transparencia que enuncia, ligado al Mediterráneo, y la concepción de la poesía, la construcción de cultura y de identidad y el fundamento del espíritu que es. Me asaltan esta vez al leerlas su primer párrafo, y quiero ponerlo aquí. Será fácil adivinar por qué me llegan en estos momentos, por qué me rozan el espíritu, me interpelan. Así empieza sus palabras Odysseas Elytis en la Universidad de Roma : “Parece extraño pero es verdad : el arte más inadecuado para la traducción, la de más difícil acceso para el llamado “gran público”, y a la vez la más revolucionaria por naturaleza propia, resulta ser aquella que desde el principio supo moverse más allá y por fuera de las culturas locales, utilizando una expresión estable en sus rasgos principales, de tal manera que hoy, con el espíritu integral que ha formado, sea, desde muchos puntos de vista, el mapa constitutivo más válido de nuestra patria común, Europa”. Sí, aún la poesía, aún y sobre todo ahora, en esta Europa a la que se agrede e intimida, se amenaza. En estos momentos tristes me agrada encontrar a la poesía como sustrato común y profundo que nos une. Que hace que Europa sea una patria, nos sintamos o me sienta en ella en casa, como dije hace tantos años en el lugar en el que sentí era muy apropiado así decirlo y sentirlo, la Maison de l’Europe de París. La poesía, aun en su dificultad, en su debilidad, su aparente indefensión ; en la dificultad, quiero decir, que se perciba en su auténtica dimensión. Aquí nos lo dice Elytis, en el párrafo siguiente, en el que apuntala y desarrolla un poco más, amplia en sus matices este pensamiento central con el que abre sus palabras : “Al decir esto, no ignoro que Platón expulsó precisamente a los poetas de su república, teniendo en cuenta cuánta cizaña pueden sembrar quienes avanzan en el fondo mucho más a lo ancho de los actos humanos y los acontecimientos cotidianos. Pero es ese fondo el que nos interesa hoy. En ese fondo es donde encontraremos nuestra común identidad. Ahí donde -gracias a una fuerza divina, podría decirse- llegaron a hundir sus columnas fundamentales un Homero, un Virgilio, un Dante. Y de tal manera que sobre ellas se armara toda esa estructura arquitectónica que, continuamente, nos mantiene -todavía- por encima de la violencia, del poder de la materia y del número”. Sí, por encima de la violencia y del número. En ella nuestro fondo, nuestro auténtico fondo -el de Europa. Así me agrada encontrarlo en estos momentos dramáticos, en que se siente rota y se amenaza su mapa común. Y en Rusia la poesía rusa. Rusia está lejos y es inmensa. Recuerdo la Plaza Roja, Moscú y San Petersburgo cuando los veo estos días en imágenes. Y pensé ya en su poesía, y en un libro de éstos editados por la UNAM (con lo que hicieron una importante, valiosísima labor) con una antología de sus poetas. De los poetas de Rusia. Había pensado en releerlos estos días, como aportación del adentro, que puede parecer curiosa pero es también una respuesta, mi respuesta. La de recordar y no olvidar la poesía de Rusia, y lo que hay de Europa en ella, cuánto en su arte y su poesía y su música es también Europa. Es ella -siento- la que la une a su mapa, le hace formar parte de él. Y aún está, no hemos de olvidarlo. Pensarlo así es quizá tener un pensamiento como quien tienen un rezo, o una esperanza. Había pensado ya en esta sencilla acción íntima de releer a los poetas rusos y con este significado, el de sentir y recordar cómo la poesía nos une a ellos, y que me haga pensar que su existencia -la de ella, la de la poesía- nos dice que no todo está perdido. No sé qué diría Elytis. Qué diría en estos momentos. A mí me agrada enormemente encontrar en sus palabras, ya al principio y como fundamento de éstas, a la poesía como el sustrato común de nuestro mapa constitutivo. Que construye Europa, y la hace ser -ser ella y ser como es. Y aunque alejada e inmensa y en un extremo siento que también Rusia. De otro extremo viene Elytis, de Grecia, donde nació este arte que nos vertebra, y que fecundó toda Europa y la hizo que podamos sentir una patria común. El hilo del arte y la espiritualidad de Oriente une también de algún modo, pienso ahora, a Grecia con Rusia. Hay un hilo fino y eterno de arte y espíritu que los une. Repaso sus palabras y busco en ellas las que se encuentran en su final, por la mención que hace a Grecia y el origen en ella de este arte. Y veo que justo antes de ellas habla también de un hilo, como ahora yo he hecho, emplea esta imagen y expresión para dar cuerpo a la realidad de cultura que nos une : “De Hölderlin a Rimbaud, de Leopardi a Baudelaire, de Rilke a Ungaretti, se ha tensado un hilo que cada vez que se toca expele chispas de verdad. Un hilo que nos vincula con lo más valioso, lo más humano, lo más verdadero que existe en este mundo”. Aquí el final y Grecia : “Queridos amigos, habéis querido hoy como institución universitaria superior de un país con gloriosa tradición cultural, conferir un honor a mi persona. Lo acepto conmovido, como el último trabajador de un arte que nació hace dos mil quinientos años en los mismos suelos y los mismos mares donde también yo tuve la suerte de nacer. Se trata de una mágica realización que viene hoy a confirmar vuestra sensibilidad y comprensión. Me inclino y os lo agradezco desde el fondo de mi corazón”. Pero hojeo más estas palabras, no me contento con su final y las menciones que de ellas he hecho. Así la respuesta que da a la pregunta de qué papel puede jugar la poesía. Se refiere al “modelo sobre el cual -y sólo sobre él- es posible fundamentar nuestra colaboración en el futuro”. Ha hablado e incluido antes en él “a la idea de Democracia, tal como llegó a adquirir su máxima claridad en los años de Pericles, y la idea de Justicia, tal como logró desarrollarla y con ella resguardar nuestras sociedades hasta hoy la práctica romana”, al que agregar “el espíritu cristiano, que de una u otra manera llegó más tarde a posarse sobre todo lo valioso que habíamos heredado desde los tiempos antiguos”. Con ello -reitero- “disponemos de una imagen completa del modelo sobre el cual -y sólo sobre él- es posible fundamentar nuestra colaboración en el futuro”. Y aquí la pregunta y la respuesta, pregunta pertinente y respuesta magnífica : “Claro, aquí se puede uno preguntar : bueno ¿y la poesía (gracias a la cual además hoy me ha sido dado el alto honor de hablar ante vosotros bajo las cúpulas de una de las universidades con mayor historia del mundo) qué papel puede jugar y de qué manera puede contribuir en una empresa de este tipo ? Respondo : un papel invisible pero grande, difícil de interpretar pero eficaz y, además, insustituible”. Aquí y así el papel de la poesía. Aún, así sentirlo en estos momentos, recordar su carácter insustituible y necesario y desear que resista. Que permanezca y que resista en ese fondo que ha creado para el espíritu del hombre y nos explica a continuación en el párrafo siguiente : “Querámoslo o no, poco a poco se ha creado, a través de los siglos, y mediante el ejercicio y la práctica constantes, una reserva estable, un tesoro de obras de las artes y las letras que no están sujetas, como las monedas -aunque sean portadoras de valor- al peligro de ser retiradas o de la inflación. Porque desde siempre se desarrollaron más allá del tramado de las coyunturas históricas y miraban a lo sustancial y nada más : al núcleo que oculta todo hombre en su interior y que le es difícil ver con claridad -tantos son lo sedimentos de siglos de prejuicios, de egoísmos nacionales y de intereses individuales que se lo impiden”. Sí, la poesía y el fondo del espíritu que ha creado y con el que une al hombre, a los hombres, que nombra de un modo que hoy nos colpisce (dirían los italianos) especialmente (así el nombrar a los egoísmos nacionales e intereses individuales que se lo impiden). No impidan más la unión, la hermandad que permite este fondo espiritual estos intereses y estas ruindades, que llevan a la destrucción, a la guerra, se borran en la maldad ; no lo impidan más, se pierdan. Me agrada encontrar en estos momentos tan dramáticos esta concepción de la poesía como mapa constitutivo de Europa, la conciencia de la dificultad para apreciarla, saber ver qué papel en ello juega y puede tener y la respuesta que da en estas palabras el poeta griego, y deseo que este núcleo del hombre en su interior, este fondo espiritual que ha hecho el arte, y sobre todo la poesía, prevalezca. Que no se destruya ni se pierda. Que permita que aún sea nuestra Europa. La poesía nos salva y nos restituye. Desde Grecia. Y nos hace estar en nuestra casa -y que ésta sea tal como es. Otra vez así lo haga, así sea.

 

PIENSO EN SEFERIS, en leer a Seferis -poemas, ensayos, y las notas de su diario, Días 1925-1968. Quiero leer más prosa de Elytis, “Las pequeñas épsilon”, y “Lo público y lo privado”, “Camino privado”, “Avante despacio”, la inicial “Antes que nada la poesía”, pero pienso también en Seferis y busco sus libros, que estaban en la galería junto con otros que me llevé para el verano. En Diálogo sobre la poesía y otros ensayos veo al final la preciosa conferencia que dio en mi ciudad, en Barcelona, sobre el libro, y en la que dice tantas cosas sobre éste y la cultura y el vínculo que sintió entre España y Grecia -aquí dos nombres, el del Greco y San Juan de la Cruz, y la frase de él que se pasó la vida repitiéndose y que esto es así yo muchas veces he recordado : “El que aprende los más finos detalles de un arte, avanza siempre en la oscuridad y no con su primer conocimiento, porque, si no lo deja atrás, nunca podrá liberarse de él”. Esta conferencia cierra el libro. Me gustará leer los textos que la preceden –“Carta a un amigo extranjero”, “Morgan Foster : una vista desde la torre inclinada”, y también “T.S. E., páginas de un diario”. Recuerdo que Seferis dijo que al traducir a Eliot del inglés al griego lo que aprendió fue griego, y que se lo recordé al poeta y editor francés Jean Monod, que publicó Tierras en sus Éditions AIOU, en su labor de traducción de algún poema mío. Francia, Grecia. Europa. En el más extenso “Diálogo sobre la poesía” o quizá en los siguientes “Monólogo sobre la poesía” o “Final de un diálogo” o en el que traza paralelismos entre Eliot y Kavafis recuerdo algún matiz -hasta alguna reticencia, podríamos decir- que de manera muy leve hace de Kavafis y que pensé comparto. Tantas cosas. Y Días 1925-1968, el diario, del que tengo un gran recuerdo y he leído varias veces. Pero debe hacer años que no lo leo. Lo abro al azar y me sale la página 132 y en ella los ojos se posan o quizá se clavan en la referencia a Elytis, a la carta que Elytis le envía desde el frente y el orgullo que al recibirla siente. Lo referí como un emblema y ejemplo de lo que es Europa aquel lejano día de marzo de 1999 en la Maison de l’Europe de París, y lo hacía de un modo muy personal. Porque ligaba esta experiencia a mi vida, ya que hablaba, acto seguido, del frente al que volvió mi padre. Así decía ese día yo en París en ese momento o punto del texto : “Es el orgullo que escribe en su diario sentir Seferis al recibir una carta de Elytis desde el frente. Es la Roma segura que deja mi padre para incorporarse voluntario al suyo. Su equipaje de guerra es un ejemplar de El Quijote”. El es -lo que esto es- se refiere, me refería con él, claro está, a Europa. Pero Europa es el valor y la defensa de lo que es y su libertad y nuestra propia vida. Éste entre otros sentidos el de mi afirmación y -digamos- sus ramificaciones. Aquí, al abrir su diario al azar, encuentro el orgullo que citaba y recordaba de Seferis al recibir esta carta de Elytis. Pero se encuentra en esta anotación parte del contenido de esta carta, que une la lucha por la libertad a la vida y a la poesía. Hechas una en el poeta. Que manda una carta desde el frente a otro poeta. Ésta es la anotación de Seferis en su diario, en el libro Días 1925-1968 que de él tengo y deseo releer, dice así : “Jueves, 20 de febrero. Carta de Elitis desde el frente./ “… disposición poética inimaginable… y si hoy tengo tantos deseos de vivir es para poder dar salida a toda esta fecundidad, aunque sea después”./ Escribe en primera línea. Siento orgullo y envidia”. Preciosas líneas de Elyits, que aquí encuentro, pues las conocemos por referirlas y citarlas Seferis de la carta que de él desde el frente recibe. Y me agrada muchísimo leerlas y encontrarlas. Leer lo que dice la carta, algo de lo que dice, y que sea esto. Es motivo también de orgullo, y de anclaje y afirmación en la vida y en la poesía, y en la unión de ambas. Que en ese momento y en ese lugar, en la lucha del frente se sienta tan viva la poesía, tan necesaria, fecundándonos, poblándonos, y se desee vivir para cumplir esta fecundidad que se siente, y que se pueda dar -hacerse fruto. La poesía con la vida, como expresión de la vida, su necesidad, su altura. Así saberla en la guerra, en el frente. Desde él pensar en ella, por ella querer vivir. Para cumplirla, aunque sea después. Pienso en ese después en que la poesía pueda ser y darse, y que para así hacerlo ésta ya ahora -ella, la poesía- nos ayuda a vivir. Así sea. Así la poesía sea, la vida tenga después, y en ella la poesía se cumpla.

 

ENCUENTRO EN EL texto en que se incluye la formulación exacta de la sentencia de Elytis (que es, sí, “Que reduzcas un poema a su sentido esencial no tiene ningún sentido”), que conozco bien, sé bien, y en esta exactitud literal, pero al escribirla ayer la mezclé y confundí con una apreciación de Cernuda que también me agrada mucho y que está en consonancia con ella. A veces las refiero, a las dos, en clase, si invita a ello el asunto que estoy tratando. Porque las conozco bien. Las dos. El otro día en la conferencia de la UNAM leí la de Cernuda. La leí del texto, en vez de referirla de memoria, como suelo hacer, e hice bien, pues así no la confundí con nada. Algún pensamiento que sé también muy de memoria -algún aforismo de Bergamín, la frase de San Juan de la Cruz que se repitió toda la vida Seferis- vi que me flojeaba en su exactitud literal. Por el cansancio. Agobios diversos los días previos, y encima el día anterior tuve un análisis, que era sólo de control y salió bien, pero me hizo desayunar a media mañana, y esta alteración de la mecánica habitual del cuerpo trastocó su orden -o al revés- y me fatigó. Así que vi me flaqueaba, por cansancio, la precisión en la memoria. Tiene que ver, sí, la sentencia de Elytis y la apreciación de Cernuda. Aunque no son lo mismo. Pero pueden ponerse en relación -como yo hago. Quizá afloró la apreciación de Cernuda y se superpuso y casi dominó a la de Elytis porque lo que yo había hecho con el poema del poeta griego más se refería a ella -que es descomponer sus elementos, cosa que no hay que hacer. (Dice Cernuda al final de su “Esquema de una conferencia dada en King’s College, Londres, el 8 de marzo de 1946”, que lleva el subtítulo de “Tema : Acerca de mis versos” : “La vida es quien dispone : traza sus leyes y luego nos señala irónicamente, al lado de aquéllas, la excepción. No intento explicar mis versos. La poesía no se explica, y quien descomponiendo los elementos del poema trata de explicarla, destruye el poema. (Lectura de algunas composiciones ?))”. Claro que yo no quería explicar el poema. O quizá sí, algo sí. Y la poesía no se explica, como dice Cernuda antes de leer la suya. No, no se explica. Se explica y dice ella misma. Y tal como se ha dicho, en la forma y manera en que cristalizó. Por esto referí la apreciación de Cernuda el otro día en la conferencia de la UNAM. Que tuve el cuidado y la precaución de leer, al ver que alguna otra apreciación no la recordaba con la exactitud que suelo, y hasta mezclarlas me ha pasado ahora, cosa que no me sucede o sucedía nunca. Recuerdo a Calvino, y su voluntad y decisión, en la madurez, de ir a buscar los textos y ver lo que literalmente dicen y no confiar ni desear decirlos como quedaron y los tienes en la memoria. Quizá, a partir de ahora, tenga que hacer así. Hablaba de la forma, y de la imposibilidad de deshacerla, de disociar el poema de ella, de la manera en que se encarnó. Y no sólo el poema, pero el poema nos sirve como extremo en que más se da y sucede esto. La poesía es la frontera, el extremo de tantas cosas que se dan en la creación literaria y el uso que se hace en ella del lenguaje y por esto ella los ejemplifica. En ese extremo. Así la imposibilidad de disociar el poema de su forma -y por ello, también, si queremos, la de explicarlo, y desde luego, como nos dice Cernuda, la de descomponer sus elementos para ello. Porque la poesía no se explica. Ni así ni de otra manera. Ni se explica ni se puede contar su asunto. Leí (también tuve ese cuidado) dos apreciaciones al respecto, una de Borges en relación a los cuentos de Cortázar y otra de una curiosa conversación entre Sabato y Alberti en la que abordan la labor de traducción en prosa (digámoslo así) que llevó a cabo Dámaso Alonso de las Soledades de Góngora. Habría matizaciones que hacer, y entre ellas la de tomar en consideración la situación de cultura (y la posición de Góngora en ella) en que esta labor se hizo. Pero para lo que trato ahora nos valgan estas palabras de Sabato en la conversación : “Tu experiencia en aquel café de Sevilla demuestra que la poesía, aunque sea de difícil comprensión, puede llegar a muchas personas que, si no entienden su significado concreto, sí advierten los tonos y los colores y los disfrutan. Los simples colores, las simples sonoridades, los ritmos, son el objeto poético en sí mismo… A mí me parece un poco disparatado que Dámaso “tradujera” un poema así. Es como si se pudiera poner en prosa un cuarteto de Brahms”. Dije que las Soledades eran el extremo del extremo, porque eran el extremo de la poesía en sus valores formales -que destaca Sabato-, y por esto esta imposibilidad de explicarlas y que te lleguen de otra manera que no sea en su misma forma. Pero que esto también pasaba en la creación literaria toda, si de verdad lo era, y por tanto también en la narrativa. Recordé que Borges, en el prólogo que escribió a una selección de los cuentos de Cortázar, nos dice que no se puede contar el argumento de éstos, porque (como ya podemos pensar, y estamos de acuerdo, es más, estamos seguros de ello) entonces nos cargamos el cuento. Pero es por un aspecto constitutivo, por esta cuestión de la imposibilidad de disociarlo de su forma, no porque -aunque también- matemos el cuento al decir lo que en él pasa. Es porque no podemos decirlo de otra forma y manera que en él se dice. Y por esto, dije, quería leer en su literalidad esta apreciación de Borges, porque da como razón de ella, de que esto es así, el aspecto formal y de expresión, la forma. Así dice Borges -y veremos que en efecto es así como digo- en esta apreciación con que concluye su prólogo a los cuentos de Cortázar : “El estilo no parece cuidado, pero cada palabra ha sido elegida. Nadie puede contar el argumento de un texto de Cortázar ; cada texto consta de determinadas palabras en un determinado orden. Si tratamos de resumirlo verificamos que algo precioso se ha perdido”. Sí, el orden de las palabras, el orden y la forma, la manera, sus ondulaciones. La vida es ondulante es la frase de Montaigne que le gustaba recordar a Josep Pla, y el escribir responde a estas ondulaciones -las de la vida. No recordé esta frase, pero recordé ese día en la UNAM, al estar hablando de esta cuestión, una lúcida y acertadísima (así me lo parece a mí) apreciación de Augusto Roa Bastos respecto a la escritura de Onetti, y en la que asegura que Onetti tiene una manera de escribir que dice por la manera. Esto es. Ésta es la cuestión que define que por su naturaleza el lenguaje sea el de la creación literaria. Que sea arte literario. Y esta manera que lo define, en su práctica y su ejercicio, esta imposibilidad de disociarlo de su forma -su forma de expresión, en la que se dijo y encarnó- se da también en la narrativa. Pero aún se da de un modo más extremo en la poesía. No, no se pueden descomponer los elementos de un poema. No se puede reducir un poema a su sentido esencial -no tiene ningún sentido. Afirmaciones hermanas y que se pueden poner en relación. Pienso en este extremo que es la poesía en el arte literario, cómo el poema nos ha de llegar como un sentimiento, y éste se da en la forma en que se expresó, exactamente, y que esto forma parte de su naturaleza y de su magia. Esta forma de palabras, esta música interior que a nuestro adentro se dirige, a nuestra alma, no se pierda. Ni nosotros perdamos la posibilidad de respetarla y que nos llegue intacta, sin perderla ni traicionarla. Alma tengamos aún para ello. En nuestra vida, y en nuestra Europa que forma y constituye.

 

LEO LOS TEXTOS finales del libro de ensayos de Seferis, y pienso cuánto me agrada leerlos. En primer lugar la conferencia “Variaciones sobre el libro”, que dio en Barcelona. La recuerdo, pero me agrada reencontrarla. “No quería terminar estas palabras en un tono pesimista”, empieza su párrafo final, y quiero, especialmente en estos momentos, sumarme a sus palabras finales y aquí reproducirlas : “No quería terminar estas palabras en un tono pesimista. Sólo pretendía decir esto : los libros son cosas de nuestra naturaleza : somos nosotros, cuantos somos ; constituyen una naturaleza humana que nos lleva a nuestras raíces, con la experiencia y la sabiduría de las generaciones pasadas, y que nosotros mismos, con nuestras visiones, proyectamos hacia el futuro. Si vemos que los libros tienen arrugas, no nos asustemos : quizás esas arrugas sean las nuestras. Si nos entusiasman, alegrémonos porque nuestra alma es el utensilio de ese entusiasmo. Diría que los libros son como las innumerables teclas de un órgano de iglesia cuyos músicos somos todos nosotros. Las teclas dependen de nuestro talento, de nuestra audacia ; dependen también de nuestros defectos. Si es así, si creemos en el hombre, si creemos en la humanidad, con ese mismo acto de fe creeremos también en la importancia del libro. Porque en nuestro mundo que avanza a tientas, todo depende de un acto de fe. Por ello, me parece que, con esta bella exposición vuestra en honor del libro, hacéis un acto de fe en la humanidad”. Así los libros. También ahora o más ahora. Leo luego “Carta a un amigo extranjero”, y en ella también tantas cosas. La frialdad que percibe y siente en Inglaterra, que me hace pensar en la que sintió Cernuda -otro poeta y europeo del sur-, aunque ambos tanto admiraron su civilización y aprendieron de su poesía. Aquí las palabras de Seferis : “Recuerdo el momento -parece ahora tan lejano- en que conocí Londres, casi palpablemente, como si se tratase de un inmenso puerto marino ; el momento en que descubrí la lengua inglesa como una música tanto más fluida que nuestros propios sonidos, y me sorprendí probando el seco gusto de la muerte en la niebla ; la intensa circulación del miedo en las arterias de la gran ciudad. Pensaba que la muerte entre nosotros es una herida instantánea, pero aquí un veneno. Sentía una nostalgia infinita excitada a veces por una clase de sensibilidad sin perfil y por la cortesía paciente y profundamente fría, que me rodeaba ; no tenía aún amigos en Inglaterra y mis únicos conocidos eran las calles y los museos. Los prerrafaelistas de Tate Gallery me aburrían y muchas veces tuve que salir casi corriendo de mi casa para volver a ver un trozo de mármol de la Acrópolis, especialmente, no sé por qué, el llamado Ilisos, o en la National Gallery un pequeño retrato de Doménico Teotocópulos, que me dejó impresa la inexplicable idea de que el modelo había tenido que ser un barquero cretense. Vísperas de la Navidad de 1931 ; miraba postales navideñas en una librería de Oxford Street. Entonces, por primera vez, entre litografías de colores, tomé en mis manos un poema de Eliot. Era “Marina”, de la serie de los Ariel Poemas : What seas what shores what gret rocks and what islands/ What water lapping the bow/ And scent of pine…”. Y más adelante algo que me recuerda y quizá adelanta -no sé las fechas- el pensamiento hecho verso de que en el fondo el hombre es una cuestión de luz. El hombre, y tal como lo siente la poesía y Grecia. Porque esta cuestión, la luz, como la poesía -y el hombre que las recibe y las hace-, viene de Grecia : “Agradezco a mi desconocida librera que me hubiese ofrecido los poemas que cité y no Ash-Wednesday. Si mi conocimiento de Eliot hubiera empezado por este poema, temo mucho que la primera chispa de la emoción, ese regalo del dios que tanto cuenta en tales circunstancias, se hubiera perdido para siempre. ¿Qué quieres ?, somos un pueblo con grandes padres de la iglesia, pero hoy no tenemos místicos ; somos un pueblo que cuidamos el sentimiento y las ideas, pero nos gusta dar a lo más abstracto una forma de familiaridad, cosa que un cristiano occidental quizá llamara idolatría. Además, si damos a la palabra un significado etimológico, somos terriblemente conservadores. Ninguna de nuestras tradiciones, cristianas o precristianas, ha muerto realmente. A menudo, cuando voy a la procesión del Viernes Santo, me es difícil decidir si el Dios que se entierra es Cristo o Adonis. No sé si es el clima o la raza. En el fondo, creo que es la luz. Algo debe haber en la luz que nos hace así. En Grecia, es uno más amigo del universo, como más próximo. Es difícil expresarlo. Una idea se convierte en una cosa con una facilidad sorprendente. Llegas a pensar que se encarna casi fisiológicamente en la araña del sol. Al contrario, hay ocasiones en que no puedes afirmar si la montaña de enfrente es piedra o gesto. La palabra no encarnada es algo que sobrepasa nuestras fuerzas, y el horror cuando cae en nuestro país adquiere la forma de una exactitud mecánica. Quizás eso explique algunos puntos de nuestro carácter que asombran a los extranjeros, y quizá guarde alguna relación con las formas de la tragedia antigua”. Antes ha hablado de Jules Laforgue, de cuánto le gustaba y cómo le acompañaban y se sabía sus poemas de memoria. Recuerdo que leí varias veces los poemas en la Antología bilingüe que tengo, por haberme también gustado, y que algún verano me la he llevado, pero hace unos años que no la leo. Voy a buscar este libro a la biblioteca de la galería y allí la encuentro. La versión es de un amigo, Manuel Álvarez Ortega. En su preciso, rico, atinado prólogo el poeta andaluz refiera cómo Eliot declaró con honestidad cuánto le gustaba Laforgue, y cuánto le debía. Pienso que leeré sus poemas -he leído el prólogo de Álvarez Ortega y las tribulaciones del poeta en la Cronología que le sigue. Pero lo leeré luego. Porque quiero volver a Seferis y leer su “T.S.E, páginas de un diario”. En el segundo encuentro entre los dos poetas, fechada su anotación del mismo en este diario que el poeta griego compila a la muerte de Eliot el Lunes, 15 de octubre de 1951, ambos sostienen este diálogo :

 

“Después, dirigiéndose a mí :

¿Le queda a usted tiempo para su trabajo ?

Ahora, ni un momento.

Al menos, lo mejor es que no tiene usted obligaciones oficiales en la literatura. La otra vez, cuando alguien le preguntó a usted si era consejero de educación en la Embajada, recuerdo con cuánto alivio respondió : “No, gracias a Dios”.

Sin embargo, sentí ese alivio hace algunos días. Tuvieron la insólita inspiración de enviarme a un congreso de poetas en Bélgica. Querían encontrar la definición de Europa y la definición de poesía.

Empezaron exactamente por el revés. Quiero dar un almuerzo para usted en mi casa”.

 

Europa y la poesía. Pero primero la poesía, como asevera Eliot. Si no es empezar por el revés. De la poesía a Europa. De la poesía, Europa. Hace Europa. Anoto y escribo esto, y voy a continuar leyendo las anotaciones de Seferis en relación a sus encuentros con Eliot.

 

Barcelona 6, 7 y 9 de marzo de 2022

 

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