El haberme inscrito en el primer año en la Secundaria de Paracho, en febrero de 1955 significó un giro de 180 grados en mi vida. Como no había donde sentarme, conseguí una tabla que puse entre dos sillas, lo que me sirvió de asiento temporal.

---¿De dónde eres, pelón ? – preguntó uno.

---De donde todavía no me brota porque no tengo edad para ello.

---¿En dónde naciste ? ---soltó otro curioso.

---En mi casa---dije con sorna.

La llamada de atención del Maestro de Matemáticas cortó la andanada de preguntas, quien acababa de escribir en el pizarrón el número :

321 321, 321 321

---Jóvenes Zalapa, Sosa, Farfán y Gallegos, ¿ustedes que son tan platicadores pueden leer este número ? Es un solo número aunque pareciera repetido varias veces ---todos hicieron el intento y no le atinaron---. ¿Alguien de allá atras ? ¿Ninguno ?

—Levanté la mano.

—Yo puedo. Soy Jorge Quintanilla, el nuevo. El número es trescientos veintiún mil, trescientos veintiún millones, Trescientos veintiún mil, trescientos veintiuno.

---Correcto. Hoy vamos a recordar…—hizo la explicación del porqué fue correcta mi respuesta .

En el descanso ya no hubo el asedio. Ahora eran preguntas muy amigables respecto a mis estudios y les conté que mis padres, mis abuelos y mis tíos eran maestros. Ahora hice amigos

La clase de Educación Física la evaluaban cada mes , luego en el examen semestral y al final del año escolar y me preocuparía si no hiciera porque ni me gustaba jugarlo. Pero mis expectativas de pasar fácil la “materia”, sufrieron un colapso cuando nos comunicaron que formarían equipo en cada grupo, previa eliminatoria para participar en el campeonato que se iba a llevar a cabo el lunes catorce de marzo a partir de las tres de la tarde. Tendríamos un mes para armar el de nosotros- ¿Adivinan quienes vamos a conformar la quinteta ?---quiso saber Zalapa---. Según escuché somos los integrantes del equipo : Zalapa, Sosa, Farfán, Gallegos, y Quintanilla. Me consta de que todos no sabemos jugar. En la selección estatal está Gallegos y el Gallegos Kin, es nuevo y por eso lo pusieron con nosotros.

---La Maestra Niño Ladrón de Guevara – dijo Pancho Sosa ---ya nos bautizó con el nombre : Pilingúines según ella porque somos piedritas.

---¿Es su significado en Purépecha ? –quise saber. La Maestra Niño, ese es su apodo o su .apellido. Es muy raro.

Al otro día se incorporó Gallegos Kin y nos dio la buena noticia : él nos podía entrenar con la supervisión de su papá, entrenador de la quinteta líder en el municipio.

Aceptamos la propuesta y ese mismo día fue el inicio del entrenamiento formal muy agotador, tal vez porque no tenía precedente de ejercicios para ese deporte y la verdad, por puro orgullo, amén de que estaba de por medio nuestra calificación, no tiramos la toalla.

El momento crucial tuvo lugar cuando Gallegos nos dijo :

---Pegaron en el pizarrón de anuncios el sorteo del orden de los partidos, quien contra quien- —dijo Gallegos—. ¿Quieren saber la mala o la buena ?

---¡La buena ! ---fue en coro.

---Mañana vamos a jugar el primer partido contra el equipo de tercer año.

---¿El campeón del año pasado ? —fue la pregunta de Zalapa.

---Esa no es buena noticia –dije.

---Es nuestra buena noticia, si ganamos, seguiremos y de todos modos, si nos toca perder, también sería buena noticia.

---Estás enredándonos –dijo Pancho Sosa.

Ya estaba listo el encuentro. Me sugirió Gallegos que si alguien se iba sobre mí, yo aguantara y si me pasaban la pelota no la retuviera y mejor la pasara a otro compañero, porque yo no era bueno encestando.

Al alinearnospude comprobar que por medir metro treinta, era el más bajo. Tras el silbatazo inicial Gallegos ganó la pelota y me la envió. Corrí rebotándola hacia la línea de los tres puntos y en cuanto fui amagado por el rival, cerré los ojos y la lancé con fuerza, pude escuchar de inmediato la algarabía.

—Así se hace - Kin tocó mi hombro—metiste la primera canasta y de tres puntos. ¡Vaya puntería a esa distancia !

---Sólo cerré los ojos y la envié para arriba. 

---Directa al aro — fue el comentario de Sosa. Todos reímos.

La contienda fue desarrollándose entre quienes me amagaban y yo los evadía, sucedió lo inevitable : caí al piso, arrollado por el grandulón de metro 65 centímetros, en tanto yo era de un metro 30, me iba a nulificar al creerme peligroso. Sentía el miedo corriendo por todo mi hermoso cuerpo ; no deseaba caer de nuevo, pues el dolor de mi cadera no cedía. Un tiro al ser desviado fue a dar a mis manos y el esférico al lanzarlo hacia arriba para librarme de él, hizo una parábola cuya trayectoria dio en el aro, dándonos otros tres puntos. ¡“Viva !” fueron la música no esperada. Los seis puntos logrados en dos tiros significó más ataques contra mí y aquellos se desconcentraran por completo, provocó que Gallegos y Kin anotaran en dúo más puntos. Los del tercer año no daban qué hacer : atacar o defenderse. El dúo Gallegos y Kin eran imbatibles, y yo por el temor, me escurría y pese a ello mi fortuna dio al marcador otros tres puntos.

No sé si al intentar deshacerse de mí, me cometieron una falta que me mandó a la lona. Al volver en mí me hallé en la ambulancia hacia el hospital. No fue más que una contusión, pero hizo que mi ánimo no estuviera a favor de ese deporte.

Por prescripción médica ya no seguí jugando. Y lo mejor de todo fue que pasé con honores el primer semestre de Educación Física, por mi desempeño en aquel memorable encuentro entre los goliats del tercer año y los Pilingüines.