---No te gusta apostar ; pero sí te gustan las carreras de caballos -acotó Andrés— . ¿Has ido a un hipódromo ? Tu silencio es muy elocuente. Entonces vamos a ir al Agua Caliente de Tijuana, muy visitado por los norteamericanos que vienen ex profeso a apostar.
Allá descubrí que la pista estaba habilitada como galgódromo y reí de mi ocurrencia.
— -Es un hipódromo de perros ---exclamé riendo.
Andrés al escucharlo, también se gozó con el detalle del nombre.
Juntamos el poco dinero que podíamos gastar e hicimos la apuesta.
— -Va a ganar el cuatro ---afirmó muy seguro.
— -Quiere decir que ya la hicimos porque al estar congelada tu tarjeta, tal como nos pasó en Nogales, estamos fríos con el dinero
— -Salvaríamos nuestro problema de liquidez ---¿explicó mi amigo--- porque ahora estamos gastando gracias a tu gentileza.
— -Somos como los dos mosqueteros : Uno para todos.
Su sonrisa impactó el ambiente, tanto que muchos jugadores rieron a la par.
— -Los mosqueteros son tres ---aseveró muy confiado.
— - Y me estás diciendo cuatro : Ortos, Potos, Aramís y Dartañán,
— -Pos sí, pueden ser dos y lo son ---ahora sí nuestra risa contagió, cual covid, a todo mundo.
La algarabía nos llegó de los que estaban en el campo, a pesar de que estábamos en el palco.
— -¡Ganó el cuatro ! ---gritó alguien rebosando felicidad.
— -¡Ya mos ! ---grité eufórico.
Me extrañó ver la cara compungida de Andrés, pues no iba acorde con la supuesta ganancia.
— -Es cierto que ganó el galgo cuatro, como dije, pero yo le aposté al seis
— -¿Pero por qué ?
— -Porque yo sé quien va a ganar, sea caballo o galgo ---explicó---, sólo hasta que arrancan, cuando ya se cerraron las apuestas. Igual me pasa con la ruleta.
Sin embargo apostamos en dos carreras más y siempre ganó el que dijo Andrés, el cual no coincidía con lo que habíamos apostado.
— -Lo bueno de todo es que nos divertimos.
— -Y más que nada ya tienes un panorama vivencial de cómo es una carrera de perros o caballos, ¡y en el hipódromo Agua Caliente de Tijuana !
El siguiente paso fue el más difícil, porque al salir nos encontramos con unos quince coches Ford LTD 500 negros, como si fueran clones del nuestro.
— -¡Aquí lo dejamos ! ----dijo Andrés preocupado pensando cómo lo íbamos a ubicar, si nuestro vehículo estaba rodeado por muchos más coches iguales.