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![]() oOo Quiero leer los dos libros de aforismos de juventud de Bergamín en que lo descubrí y así lo hago. He leído in extenso a Bergamín, conforme he ido encontrando sus libros, muchas veces en el rescate del pasado que es la Feria del Libro, ya que es de lamentar que no haya una edición al alcance de sus obras completas. Entre sus libros también otros posteriores de aforismos, con el carácter de aforismos rescatados, Aforismos de la cabeza parlante y Las ideas liebre. Pero quiero leer estos aforismos en que lo descubrí y algunos de los cuales me han acompañado siempre, como prueba el que los haya citado en intervenciones diversas a lo largo del tiempo, o hecho incluso poemas. El libro está fechado en Barcelona el 26-IV-89, un día antes de mi cumpleaños. Con estos aforismos descubrí a José Bergamín pero también él se dio a conocer y asombró y admiró a grandes figuras de la generación precedente, como Unamuno. Hay un retrato de Juan Ramón Jiménez, que abre esta edición, y en sus palabras el poeta dice cosas muy perfiladas. Voy a poner estas palabras, y quiero poner el acento en las últimas y las primeras : “Yo decía : ¡Qué largo y qué delgado, qué estirado se está poniendo José Bergamín ! Era el tercer estirón, el definitivo, para llegar con la mano a esa capa finísima, casi incolora ya del aire, donde están las ideas inéditas.// Delgado y largo de estirarse para cazar pájaros incojibles -casi siempre. Pero él ha cogido algunos por el pecho ; de otros, se ha quedado con preciosísimas plumas, o con plumas vulgares como el olor del ruiseñor ; de otros con la tibieza lijera de su roce, con el olor errante, con una nota caída de su fuga cantora, con la forma momentánea de su vuelo. -¡Y no es peor caza la de lo que se nos va !-.// Mañana, esta misma tarde, sin duda, dirá, abriendo su mano noble, José Bergamín el estirado : ¿Qué es esto que he cojido aquí… y aquí ? No importa ; ni debe arrepentirse hoy, mañana, nunca, de ninguna caza loca. Porque dejar volar a un pájaro preso en la cabeza es fácil ; y siempre queda en todo nuestro ser el bellísimo ejercicio de la elasticidad, y arriba, la ajilidad alerta del pensamiento”.
“El cohete es una caña que piensa con brillantez” nos dice y escribe José Bergamín en un aforismo al principio del primero de estos libros, El cohete y la estrella (1923) -que lleva este precioso y muy significativo subtítulo : Afirmaciones y dudas aforísticas, lanzadas por elevación. La caña, el hombre de Pascal, aquí nuestro José Bergamín, pero que en este hacer, en este hacer del así pensar viene de Francia. Nos dirá más adelante y con un tono aparentemente desenfadado y coloquial este reconocimiento de la literatura francesa : “EN la literatura francesa se puede elegir a la carta ; en la española no hay más que el cubierto”. Al final de la misma página : “HABLAR POR HABLAR. - Casi toda la literatura inglesa y, en general, todo lo que se llama ensayismo”. El ensayismo, el ensayismo de Francia, la tradición que arranca de Montaigne, ese hablar por hablar y desde uno mismo -el yo que es objeto de su libro-, pero aquí en estas sentencias o aforismos en los que el pensamiento se encauza o agudiza, y de ahí la brillantez que puede tener el cohete en su pensar o la elevación por la que nos dice en el subtítulo de este libro que son y se dan estas afirmaciones y dudas aforísticas. La gran literatura de Francia, con la que engarza este hacer y escribir de Bergamín, y gracias al cual nuestra literatura será más universal y más a la carta, gracias a él y a su generación. Pero también España, y el engarce con algo característico de la raíz de su ser y una escuela del pensar y el escribir, que es el conceptismo del Siglo de Oro, al que Bergamín prolonga, desarrolla y extrema. En la página siguiente a este primer aforismo que he destacado, un fragmento con el título “Víctimas del ingenio”, que no puede ser más significativo. Ya el título, digo, pues el ingenio, como señaló Cernuda, es un rasgo del carácter nacional de España, y puede hacer que uno se pierda -un escritor, una persona. Nos lo dice ya el título, que no puede por ello estar más bien puesto. Y esto dice José Bergamín en este fragmento : “VÍCTIMAS DEL INGENIO. – También el ingenio puede resultar peligroso ; puede resultar lo más peligroso. Nietzsche fue víctima suya. El Ecce homo es un : He aquí un hombre de ingenio -un hombre de ingenio y, por consiguiente, un hombre frívolo ; frívolo por desesperación”. El siguiente fragmento se titula “Los extremos se tocan”. Extremar el pensar, darse en el ingenio. En este pensar afilado sentencias que nos parece que no terminan en su hallazgo y su verdad : “TODO arte digno de ese nombre no es más que digno de ese nombre” ; “LA belleza es la fermentación ideal de los elementos que la componen”. En este pensar la singularidad del aforismo, de la que nos hablará, su valor, sobre el que alguna vez ya llamé la atención, y también su riesgo, su mayor peligro dentro del pensar, y junto a él su hallazgo. Del aforismo nos hablará José Bergamín, de la dimensión que es y crea, y también del pensar.
En este sentido, una afirmación capital : “EXISTIR es pensar ; y pensar es comprometerse”. La perfilará o detallará más unas páginas más adelante, allí sí la encontramos con esta agudeza perfilada : “A veces, no comprometerse es lo que suele comprometer. Por eso, la mejor manera de no comprometerse, es estar ya comprometido. En arte, como en todo, hay que empezar por comprometerse”.
Y, en el pensar, darse del todo, por completo y hasta el fin. Me dio por recordar uno de sus aforismos en la presentación de mi libro Hasta el final camina el canto en el Instituto Cervantes de Nápoles en abril de 2015, por estar el final en este título, y lo recordé en la Nota a la edición del libro siguiente -Sobre el cielo imposible. Aquí esta sucesión de aforismos, en torno al pensar y que éstes en una vida así se dé, y que no se necesita comentar -ellos se dicen y significan. Y en este significado continúan. Elijo éstos : “CUANDO pienses, mejor o peor, no lo hagas nunca a medias” ; “NO piensen nada o piensa hasta el fin./ ¡Qué pocos se atreven a seguir hasta el fin su propio pensamiento !”.
Y, en estos pensamientos tan perfilados, a veces una suerte de conversaciones condensadas, de pequeños diálogos que son también un destilado de ingenio. Encuentro en primer lugar éste : “-¿ENTONCES usted me aconseja oír la música como quien oye llover ?/ -Exactamente : con la más profunda atención”. Más adelante otro que recordaba : “-ESTABA cargado de razón./ -Por eso explotaste”. Y unas páginas más adelante, ya al final del segundo libro, y que recordé entre otras cosas que cité de Bergamín aquel día en París en marzo de 1999 en su Maison de l’Europe, y es lo que dijo Bergamín al volver a España, que seguía vivo porque no tenía dónde caerse muerto. Lo dijo a la vuelta de su exilio, pero así lo había dicho ya y sentido en este apuntado diálogo de su juventud, como podemos ver : “-NO tengo sobre qué caerme muerto./ -Por eso estás vivo”.
Hemos encontrado una tradición, una doble tradición -España y Francia- en la que incardinar a José Bergamín y su escribir, y en esta prolongación en ella resalta su carácter novedoso y rompedor, casi insólito. Es por ello que me agrada traer aquí estos aforismos en esta lectura : “TRADICIÓN quiere decir, sencillamente, que hay que terminar lo que estaba bien empezado, continuar lo que vale la pena de continuarse” ; “TODA tradición verdadera suele parecer revolucionaria”. Y algo en cuanto al estilo del arte y el pensar y el escribir -pues a todo alcanza, ya que lo dice de su fuente, la vida. Así escribe poco después de los aforismos que ahora he transcrito José Bergamín : “LA vida no es transformación, sino sucesión de formas intactas./ Rosa, golondrina, mariposa o escarabajo, formas inalterables y distintas, permanentes y nuevas”.
“No pienses nada o piensa hasta el fin”, nos ha dicho Bergamín. Continúan los siguientes aforismos : “PODRÁ suceder que al final de tu pensamiento vuelvas a encontrarte en el principio, pero nunca te encontrarás como al principio” ; “NO podrás nunca volverte atrás de nada, aunque así lo digas o creas./ Para el que no se queda parado, volver atrás es seguir adelante en otra dirección distinta y nueva” ; “AUNQUE no vayas a ninguna parte, no te quedes en el camino” ; “LA vida no consiste nunca en llegar ; pero si consistiera, mejor, entonces, que el primero, sería llegar el último”. Y más adelante, poco más adelante, justo en la página de al lado, unos aforismos maravillosos que admiraron a Don Miguel de Unamuno y yo he citado con frecuencia en intervenciones diversas : “POR LA PASIÓN, LA INTELIGENCIA. – Pasión no quita conocimiento ; al contrario, lo da” ; “LA inteligencia es el precipitado de la pasión” ; “SÉ apasionado hasta la inteligencia”.
Llegar. ¿Cómo se llega, cómo se va, se vuelve a estar en el principio pero siendo ya en él definitivamente, inevitablemente otro ? Nos ha dicho José Bergamín : “EL esfuerzo y el resultado nunca son simultáneos. El arte cuenta solamente como resultado”. ¿Pero no está el espíritu en el aire, no es y se da en un soplo ? Sí, que ha de recogerse tal el agua en el cuenco que forman las manos, antes de que se vaya -y ése es el resultado. Pero el arte no es trabajo. Nos lo dice clara, tajantemente : “EL buen artista no es el honrado trabajador”.
En la paradoja, en la contradicción, se da el espíritu, se concreta en ella y en ellas su ganancia : “DE una contradicción se sale ganancioso. De una contracción se sale contrahecho”.
“LO razonado no tiene nada que ver con lo razonable”, y en estos misterios y semillas que son sus razones el arte, la vida, el pensamiento y la soledad. A alguna afirmación sobre ella vuelve en el texto que escribe a estos libros juveniles muchos años después. Tras este aforismo -lo razonado, lo razonable-, vienen los siguientes : “EL hombre no piensa más que cuando está solo” ; “LA verdadera solidaridad sólo es posible entre solitarios”. Y también Dios y la eternidad, la vida y la muerte, y aquí un aforismo que está un poco antes de los que ahora he transcrito, y que quiero traer sin más ni de él nada comentar : “LA conducta recta es la menor distancia entre dos vidas”.
Pasamos al siguiente libro de aforismos que contiene este volumen en que descubrí y empezó a acompañarme Bergamín, La cabeza a pájaros (1925-1930), y que tiene esta dedicatoria a una gran figura que se admiró de algunos de los aforismos que contenía el libro que ahora he acompañado y refrendó su osadía y valor : A Don Miguel de Unamuno místico sembrador de vientos espirituales.
Nos dice en la primera sección, “Molino de razón” : “EL molino trabaja perezosamente, como hay que trabajar : mirando siempre al cielo” ; “EL molino tiene la cabeza a pájaros, como hay que tenerla : a pájaros y a estrellas”. Y aquí una serie de aforismos que definen a este personalísimo género dentro del género más amplio del pensar, y que define el propio Bergamín, y nada por tanto puede sustituir a estas definiciones de algo que encaja tan bien con su temperamento y condiciones. Escribe José Bergamín : “COMO el fantasma agudo de una flecha lanzaron contra mí tu nombre : aforismo. Y te clavaste en mi corazón” ; “EL aforismo es pensamiento : un pensamiento. Porque se piensa en pensamientos : se dice en pensamientos el pensar. Y si no se dice, no se piensa, o si no se piensa, no se dicen. Pero una vez dichos, ya no hay más que hablar, no hay más que decir. Ni una palabra más : aforismo perfecto” ; “EL aforismo es una dimensión figurativa del pensamiento : su sola dimensión” ; “SE pueden medir las palabras, pero no se pueden medir los pensamientos” ; “EL aforismo no es breve : es inconmensurable” ; “NO importa que el aforismo sea cierto o incierto : lo que importa es que sea certero”.
A continuación estos dos aforismos : “PENSAMIENTO : pienso, luego miento” ; “AL fin nos encontramos, nos vimos cara a cara los dos. -¿Dónde ? ¿Cómo ? -En un laberinto de espejo”. Y el siguiente, que es ya un fragmento, titulado muy significativamente “Doble juego” y así es : “DOBLE JUEGO. – Si empiezo a jugar con las palabras, las palabras acabarán por jugar conmigo. No importa. Lo mismo me da hacerme juguete de los dioses, que hacerme dioses de juguete. Porque las palabras son los dioses : la divinidad. El Verbo es Dios solo”. Nos pueden dar mucho que pensar estas palabras que aquí escribe Bergamín, y es seguro que fue objeto de su meditación esta cuestión. “Víctimas del ingenio” nos ha dicho al principio del anterior libro, en un fragmento que puede emparejarse con éste que aquí encontramos, “Doble juego”. Creo que podemos honestamente preguntarnos si Bergamín ha sido víctima del ingenio, si ha perecido o naufragado o al menos hecho aguas en este doble juego, como él ya es consciente puede pasar en esta arriesgada forma del pensar y el escribir. Que los extrema, extrema éstos, los lleva a los extremos. Creo que todo lector y conocedor de Bergamín reconocerá con mayor o menor alcance y gusto que sí en él, en lo que escribe a veces de esta manera sucede. A la vez, y no es un consuelo sino una verdad, es esta extremada manera de pensar y de escribir lo que le hace coger frutos increíbles, y que podamos sorprenderlo y sorprendernos con él en ese estirón definitivo en que lo sentía y veía Juan Ramón Jiménez, en la pirueta que si le hace a veces trastabillar le hace también llegar a las ideas inéditas.
Abundará a continuación en este juego, pero de un muy interesante, profundo modo : “EL pensamiento es un estado de gracia. Y la gracia, un estado de juego” ; “INTELIGENCIA es trasparencia mística” ; “UNA inteligencia limitada es una inteligencia sin trasparencia mística”. El juego, sí, pero también la gracia y la mística. Y en esta mística la noche oscura, de la que nos dice : “TAN sólo de la noche oscura -¡alma !- se desentraña la claridad celeste de la aurora”.
Unos aforismos que he citado en intervenciones diversas : “UN laberinto no es un lío : es todo lo contrario. Es muy fácil hacerse un lío ; pero no es fácil hacerse un laberinto” ; “EL monstruo en su laberinto : y el tonto en su lío”. He explicado en esas ocasiones que un monstruo en arte tiene un sentido positivo, que un monstruo es Picasso, Pessoa, Kafka, y que un tonto siempre es un tonto, en el arte y en la vida. También que Jorge Guillén poetizó a José Bergamín desde estos brillantes aforismos, y lo vio y dijo como ”dueño en su laberinto”. En abril de 2017 di una conferencia en la Asociación Hispánica de La Haya con el título “Viaje a la poesía desde el 27”, en la que explicaba a esta generación de poetas con la que me he formado, y mostraba cómo estaban a veces presentes en mis versos, con poemas en que se recoge esta lectura formativa o en que se menciona a alguno de ellos. Recordé estos aforismos de Bergamín y los quise enlazar con un poema de Los soles por las noches esparcidos en que se ve la construcción de un mundo de arte por parte del artista que lo crea como un laberinto, y sentía así era una posible relación a establecer. Éste es el poema :
UN HECHIZO SE ENREDA EN SU VACÍO (y allí hace un nido). El arte es camino y laberinto. En su luz sólo soy mío. En esa luz siempre bordeo un abismo. De intensidad, de fulgor, de brillo. De oscuridad por la escarcha acariciada. De noche fresca o recién creada. De pozo que para mi adentro su luna guarda. El arte es hilo finísimo que del alma mana y a ella nos ata. El arte además de camino y como digo es laberinto. Pero en él sólo hay encuentro, hasta en sus aparentes pantanos o silencios, en sus desmontes, en sus barrancos, en sus desfiladeros por una densa niebla de tristeza llenos. Todo, hasta en su pérdida, es semilla y es destino. Hasta en sus extravíos.
La duda. Nos decía en el subtítulo del primero de estos libros que estaba constituido por dudas. Me impactó el último verso de un poema de Vicente Aleixandre, y por ello me ha acompañado siempre y lo he recordado muchas veces : “Quien duda existe. Sólo morir es ciencia”. Aquí un aforismo de Bergamín que me lo hace de nuevo recordar : “LO cierto es la muerte ; lo incierto, lo dudoso, es la vida : la inmortalidad. Aprende a dejar lo cierto por lo dudoso”. Le continúa éste : “PARA salir de dudas hay que entrar definitivamente en el infierno”. Y más adelante una pregunta : “SI hay una mala fe, ¿por qué no va a haber una buena duda ?”.
“DIOS no es una cuestión de perspectiva”, sentencia Bergamín. Y en estas dudas y aforismos están Dios y el Diablo y está Cristo. La mística. La verdad antigua que se puede en el pensar y el dudar y también en la naturaleza sentir. Hay un bello aforismo (“EL mar y todo lo que es suyo sigue siendo anterior a Nuestro Señor Jesucristo”), que me hace recordar la afirmación de Borges en algún poema en que nos dice que la luna que vemos es la misma que veían los antiguos. Lo dice también Yorgos Seferis del sol. El sol, el mar, la luna.
Hay un aforismo que me llamó la atención y agradó muchísimo en la primera lectura de este libro, yo joven como él, y que también destacó el propio Bergamín, pues de él proviene el título de uno de sus libros -La decadencia del analfabetismo. Muchos años después de esta primera lectura, se hizo en mi escribir poema, pues hay un poema incluido en La antigua luz de la poesía que pivota sobre él. Éste es el poema : BIENAVENTURADOS LOS QUE NO SABEN LEER Y ESCRIBIR porque ellos serán llamados analfabetos. Hoy es el día de las bienaventuranzas y en la iglesia recuerdo esta añadida bienaventuranza de Bergamín. Y veo en ella no sólo un rasgo de humor o un sarcasmo, hasta un elogio de la vida sin letras y a la que no le hacen falta, ese analfabetismo cuya decadencia lamentó y con esta palabra dio título a un ensayo, por cifrar y retratar acaso ese hombre libre de letras y fundido sólo con la tierra y con el campo, intuyo y veo todo esto pero veo también en esta bienaventuranza nueva una pura aspiración al silencio, una celebración del misterio callado y que no se puede decir y está en el secreto de la vida y para el que las letras no bastan y no sirven, no lo acercan ni penetran. Veo en esta bienaventuranza una añoranza y loa del silencio y del saber que no se puede decir lo más secreto de la vida. La poesía se acerca, lo intenta en la música de su canto, y por ello tantos hay que no la comprenden, la buscan o la ignoran y expulsan de la ciudad y de los pueblos a quienes la ofician. La poesía lo intenta, pero también sabe que tras ella hay un hondo silencio y que no lo alcanza, a él no llega, aunque también con él se hace y de él viene. La bienaventuranza que merece el silencio no necesita ya ingenio ni humor, ni apariencia de juego de prestidigitador en las palabras. El silencio es una bienaventuranza, merece una bienaventuranza el silencio, porque bienaventurados son los que no manchan el silencio y en el fondo de su corazón conservan en él de la vida el secreto.
Dos aforismos que se siguen y se complementan, se conjuntan : “EL sobre-hombre es un sobre-nombre del hombre : un mote. Lo humano nunca es demasiado : porque solamente lo humano puede ser divino” ; “EL nombre de lo humano es cristianismo. He aquí al hombre : Cristo. En definitiva, lo humano es siempre lo divino”.
Y en esta razón original de las cosas que nos da esta particular voz, encuentro más adelante dos aforismos o ya fragmentos que quiero traer aquí como complemento y desarrollo de éstos : “LA blasfemia del pueblo es un grito de angustia que Dios oye como una oración. El que blasfema no ha perdido la fe todavía : si se alza contra Dios es porque cree en Él y le ama, desesperadamente, aun sin saberlo” ; “EN ESTA CIUDAD ESTÁ PROHIBIDA LA MENDICIDAD Y LA BLASFEMIA. - ¡Ay, ciudadano nacionalista, cómo revelas tu anticristianismo y qué en vano tomas el nombre de Dios ! ¿No sabes que la mendicidad y la blasfemia son señales vivas de la fe, de esa misma fe que tú has matado y embalsamado para sepultarla en tu blanco, limpio y sin tacha sepulcro fariseo ?”.
Llegamos al apartado “Arte de temblar”. Que el arte es arte de temblar, de estremecerse de nuevo, me parece una de estas ideas inéditas y felicísimas que nos da en estos aforismos de juventud Bergamín, y lo recordé aquel día en la Maison de l’Europe de París, y lo ligué al lema de juventud de Bergamín que nos recordaba María Zambrano que tenía el escritor : ¿Adónde iré que no tiemble ?. Aquí los dos primeros aforismos o pensamientos, que acaban con la afirmación recordada : “LA forma se ve. La palabra se oye. La verdad se entiende. La poesía se sobreentiende. Diversos modos de sentir y de padecer. El que no siente ni padece es el que no ve, ni oye, ni entiende -ni sobreentiende- ; el tonto del cuento que no pudo aprender a temblar” ; “LA poesía de Baudelaire era estremecimiento nuevo : todo lo nuevo es estremecimiento, y toda poesía, arte de estremecerse de nuevo : arte de temblar”.
La verdad en la duda y en la contradicción. Nos lo dice poco después en la misma página : “EL poeta siempre tiene razón : la poesía, nunca. Y al contrario” ; “LO que está siendo se está verificando. La poesía es : por eso no miente, verifica./ Verificar una cosa poética es poner el dedo en la llaga. Por eso duele tanto”.
Unido a este arte de temblar un sentir y pensar desde la música, en y con la oscuridad y lo divino : “EL desnudo pensamiento humano es la expresión de un estremecimiento. Tiembla de ser divino” ; “LA oscuridad es temerosa : la luz tiembla al romperla. Porque la luz misma es un estremecimiento”.
La oscuridad, la luz, la verdad de la poesía y el poeta. Así lo expresa en unos aforismos más adelante : “POETA : no le tengas miedo a la oscuridad./ Mientras más oscuro es el poeta, más clara es su poesía” ; “SI quieres expresar la luz hazte cámara oscura” ; “LA luz más profunda sólo se entrega a la más profunda oscuridad”.
Dios y la soledad. El poeta, el mar. Qué preciosos estos aforismos, que acaban en el enigma : “DIOS da la callada música de su creación por respuesta a nuestros pensamientos” ; “VUELVE hacia arriba al melodioso cuévano interior, sonora soledad del alma, para colmarlo del silencio eterno de lo creado, callada música de Dios” ; “LA soledad de la poesía no es aislamiento. No es soledad de isla, es soledad de mar” ; “EL que viene de sí mismo no puede llegar más lejos de la soledad de la poesía : mar sonoro. Porque va a Dios” ; “EL poeta va y viene de soledad a soledad : ir y venir, poético, de pensamientos. Los pensamientos solidarizan sus soledades en la soledad de la poesía como las estrellas en Dios. Soledad de soledades y todo soledad” ; “EL pensamiento de las soledades es enigma. La poesía tiene su principio y su fin en la evidencia, sola, del enigma”.
El enigma, lo que dijo Valente en verdad más constituye al poema y por ello es algo que no puede perder nunca. Así nos lo dijo de bellísima y profunda manera : “Multiplicador de sentidos, el poema es superior a la suma de todos sus sentidos posibles. Y aunque todos ellos nos hubieran sido dados, el poema habría de retener aún de su naturaleza lo que en rigor lo constituye, la fascinación del enigma”.
Un compañero de generación de José Ángel Valente, Jaime Gil de Biedma, decía que es la intensidad lo que caracteriza y distingue a la poesía. Aquí nos dice Bergamín, tras enlazar con esta naturaleza del enigma : “LA poesía es siempre pensamiento porque no puede ser nunca extensión” ; “NO hay más mundos que éste : el de la extensión, y el de la tensión, del pensamiento, la poesía”.
En el aforismo que precede al dedicado a la bienaventuranza para los analfabetos, nos decía Bergamín : “LA verdadera ironía no es la que el escritor pone en su obra, sino la que se interpone entre la obra y él”. La sección “Puente de plata” está dedicada de manera muy principal a la música. Para que muestren y revelen la profundidad de esta preocupación y este tema de reflexión para el escritor del 27 transcribo estas palabras, que pueden así decirlo : “LA ilusión de la música es la más bella, la más triste, la más pura : porque pide perdón de serlo, tan dulcemente, como si ella no tuviese la culpa. Y acaso esté en lo cierto (en lo incierto) : de que sea mentira la única culpable de la verdad, con su máscara de risa cruel y grotesca. Todo el que ríe verdaderamente acaba por sentir que su rostro se contrae endurecido como una máscara. La verdad se ríe de la mentira como el Diablo : con cara de conejo. El que se ríe de la música pone siempre, inevitablemente, cara diabólica de conejo. Y sale corriendo, enseguida, a buscar verdades, sus verdades : la perdigonada o la madriguera. La verdad está en el pozo definitivo. Lo mismo en la muerte que en la vida, buscarla es volver a la tierra, bajo tierra. Lo único que hace la verdad con todo es echar tierra encima : para taparlo. El hombre verdadero lleva una máscara de tierra sobre su rostro que le ha dejado sordo y ciego para la ilusión y la mentira”.
“También la verdadera música se burla de la música” es un pensamiento de Bergamín que me pareció muy acertado y al que me refería en una entrevista hace muchos años. He sostenido desde muy joven que el humor puede ser una concepción del mundo -además de un modo de soportarlo, así decía-, y en el texto introductorio Bergamín nos habla de “la enorme apariencia humorística del mundo”. Esta afirmación de Bergamín me pareció y me parece muy reveladora. A raíz de ella, y para acompañarla, decía en esa entrevista que el artista puede también cuestionar su obra, tener cierta duda o dudas de ella. No tomarse muy en serio. Que esto está en el mismo arte, en la actividad y la manera de llevarlo a cabo, y que me parecía natural y sano que así se diera. Y para ilustrar o acompañar estas reflexiones o pensamientos míos acudía a esta aseveración de Bergamín –“también la verdadera música se burla de la música”. Aquí el fragmento entero en el que se encuentra : “EL hallazgo musical de Ravel, su acierto pascalino, ha sido demostrar que también la verdadera música se burla de la música. Sólo el gran Bach lo tenía previsto. Y es que, después de Bach, a casi todos los músicos románticos se les había olvidado que, además de músicos, podían ser inteligentes”.
Leo más adelante en este apartado : “LA música que piensa, sueña ; la que no piensa, duerme” ; “EL pensamiento más profundo, canta -decía Carlyle. Por debajo de la música, como por debajo del mar, hay suelo, tierra, fuego y aire : pensamiento”. Recuerdo un adagio que a veces he recordado y me vuelve a la memoria de Wallace Stevens : “No hay alas como el significado”.
Leo en el último apartado de este libro, titulado “El grito en el cielo” : “LA fe es estar siempre en un grito y ponerlo, siempre, en el cielo” ; “SI no pones el grito en el cielo, ¿cómo quieres que te oiga Dios ?” ; “CRISTO al morir puso el grito en el cielo”.
No sé si es para poner el grito en el cielo hacer un apunte de José Bergamín en torno y a partir de estos dos libros de aforismos de su juventud. Conozco su obra extensa. Pero en estos aforismos descubrí su personalísima voz, y algunos de ellos me han acompañado siempre. Creo que es razón bastante para que el apunte parta de ellos y no pretenda acompañarse de otros libros. Me prometo releer algunos, pero el descubrimiento que para mí fueron estos aforismos -como lo fueron para grandes escritores cuando se publicaron en su momento- me hace volver a ellos y desde ellos escribir algunas palabras para un apunte de José Bergamín.
Barcelona, 22 de agosto de 2024
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