Escenario. En una calleja barrida por el viento, del brazo caminan dos, un hombre y una mujer, con los rostros harto preocupados. El frío es intenso, y están ataviados con gruesos abrigos y bufandas de colores sobrios.

Hombre. Es increíble lo que hace la gente para llamar la atención.

Mujer. Si te refieres a Magda y su rostro de luna, ella de por sí, es extravagante.

Hombre. Roger no se queda atrás. Parece un espantapájaros, con esa levita tan sucia que usa.

(Una tercera persona, entre las sombras, aparece de pronto. Los dos, hombre y mujer, se detienen).

Extraño. Deberías cuidar tus palabras, hombre. A veces, los espantapájaros pueden caminar.

Hombre. (Notablemente sobresaltado). ¿Ha escuchado nuestra plática ? No conoce los detalles.

Mujer. A menos que sea el referido.

Extraño. Soy más que eso. Vengo a advertirles que cada palabra que dicen, está grabada hasta la última, en el registro universal.

Hombre. ¿Y quién se toma la molestia, de registrar todo ?

Extraño. El que Todo lo ve, cuenta cada una de tus palabras.

(Y de súbito, el extraño se suma a las sombras y desaparece).

Hombre. ¡Qué extraña situación acabamos de vivir !

Mujer. Acaso la voz de la conciencia tomó forma humana y nos ha reconvenido por ser tan críticos.

(Ambos continúan caminando, pero en silencio y el telón cae terminando la obra).