Escenario.
La ciudad de Jerusalén, con sus altas murallas. Rodeada de un numeroso ejército enemigo está bajo asedio.
Narrador.
El archienemigo de las almas ha convocado con la ayuda de tres espíritus en forma de ranas, a los reyes para pelear contra el pueblo de Dios.
(Se abre el telón).
José. Estoy temblando. El ejército del mal es muy grande.
Me recuerda la escena del señor de los anillos.
Marcos. Pero más son los que están con nosotros que los que están con ellos.
Pedro. Además, todas las señales de han cumplido y el Señor ya está por llegar.
José. Pero no veo que aparezca y en cualquier momento, la defensa caerá.
(Todos están ataviados con ropas militares).
Marcos. Confía en el Señor.
Pedro. Jamás ha abandonado a Su pueblo.
José. Me siento solo. Tal vez esta noche hayamos muerto.
Marcos. Será para gloria de Dios.
Pedro. Él no nos trajo aquí para volver atrás.
José. Y ¿Por qué no aparece ?
Pedro. Él tiene Su tiempo.
José. ¿Moriremos hoy ?
Marcos. Sea para vida o muerte, que sea para honra de Dios.
Pedro. Ya se oye la voz de los generales malvados.
(Se escuchan voces sepulcrales, que llaman a la guerra).
José. (Temblando)
¡Vamos a morir !
Pedro. Tranquilo. Él está contigo.
(El cielo comienza a iluminarse).
Marcos. El Señor está volviendo.
(Se abre el escenario arriba y una potente luz los envuelve).
José. Es el Señor.
(La luz ilumina las murallas y los enemigos desaparecen).
(Con la luz, se escucha una voz potente).
Voz. ¡El Todopoderoso llega !
(El telón cae terminando la obra).